Del curso: De profesional invisible a referente en tu sector

Define tu estrategia de influencia

Tener una estrategia de influencia no significa hacer un único gran movimiento. Significa saber cómo adaptar tu mensaje al nivel de consciencia en el que se encuentra tu audiencia. Existen cinco niveles. El primero es el de quienes no saben que tienen un problema, viven en la ignorancia y no están buscando nada. El segundo, quienes reconocen que algo no va bien, pero no tienen prisa por resolverlo ni saben cómo hacerlo. El tercero, quienes saben que hay una solución, pero no saben dónde encontrarla ni quién puede ayudarles. El cuarto nivel corresponde a quienes ya están buscando activamente una solución. Y el quinto nivel es el ideal, personas que te conocen a ti y esperan que seas tú quien les ayude. Este último grupo es el más preparado y fácil para acompañar, pero para llegar hasta ahí necesitas generar confianza y contenido adaptado a cada nivel previo. Cuando eres capaz de identificar en qué punto está tu audiencia, ajustar tu comunicación en consecuencia, estás ejerciendo una verdadera influencia. Pero no todo termina ahí. Hay algo más que marca la diferencia, la experiencia de usuario. La experiencia que las personas tienen contigo, con tu servicio o tu marca personal, es clave en su decisión de continuar o descartarte. Piensa, por ejemplo, en una tienda de ropa. El local es bonito, la calidad es buena, pero cuando preguntas por una talla nadie te atiende o lo hacen de forma grosera. ¿Comprarías algo? Probablemente, no. Y mucho menos volverías. Esto ocurre también con las marcas personales. Un sitio web confuso, redes impersonales, respuestas automáticas o falta de empatía pueden arruinar la percepción de tu proyecto, incluso, si lo que ofreces es bueno. Por eso quiero proponerte una técnica sencilla pero muy potente: el enfoque cliente de incógnito. Ponte en el lugar de alguien que entra por primera vez en contacto contigo. ¿Qué ve? ¿Qué siente? ¿Tu mensaje está claro? ¿Se entiende tu propuesta de valor? Imagina que esa persona escucha tu presentación en un minuto. ¿Sabría explicar de qué va tu marca? ¿Conectarías emocionalmente o pasarías desapercibido? Si no es fácil describirte, es probable que aún tengas trabajo por hacer. Recuerda, las personas deciden con emociones y justifican con lógica. Tu estrategia debe conectar con los dos niveles. Así que el reto no es solo tener algo valioso que ofrecer, sino también hacerlo accesible, claro y atractivo para quienes te descubren por primera vez.

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