Del curso: Cómo emprender con propósito
Para emprender no necesitas una idea, necesitas un problema
Del curso: Cómo emprender con propósito
Para emprender no necesitas una idea, necesitas un problema
Quieres emprender. ¿Cuál es el principal riesgo al que te enfrentas? Que el mercado no valide el producto o servicio que has lanzado. Todo lo demás es secundario. Un emprendimiento solo funciona a largo plazo cuando ofrece una solución efectiva a las necesidades del mercado. ¿Y quién es el mercado? Personas u organizaciones reales. Este matiz es importante porque por mucha financiación, esfuerzo y asesoramiento que le eches a una idea de negocio brillante, si no resuelve ningún problema real no va a llegar a ninguna parte. Lo sé, si llevas semanas, meses o años dándole forma a una idea ahora mismo habrán mil peros cruzándote por la cabeza, es normal, y has dado tanto de ti que a tu cerebro le parece más eficiente aferrarse a ella. Pero solo el mercado tiene el poder de validar las ideas. Ningún estudio, mentoría, hoja de cálculo, consultoría o presentación tiene el poder de determinar si tu idea resuelve o no un problema. Por muchas horas que le hayas dedicado. Por mucho dinero que te haya costado. Porque tu idea, por mucho que la hayas trabajado, es la interpretación personal de cuál es la forma más óptima para resolver un problema. Y como se descubre en cuanto se lanza al mundo hay pocas probabilidades de que las personas o las organizaciones la necesiten tal y como tú la imaginaste. Para emprender, no necesitas una idea. Para emprender, necesitas identificar un problema, un problema que tenga mucha gente o un problema que tenga poca gente, pero que esté dispuesta a pagar mucho dinero para resolverlo. Este problema cuando lo hayas identificado va a detonar un proceso casi científico de validación continua de hipótesis. En este proceso de validación cada propuesta de solución se convierte en un experimento. ¿Qué pasa si lo lanzamos con esta funcionalidad y con este precio? ¿Y si cambiamos esa funcionalidad por esta? ¿Y si en vez de esta plataforma lo hacemos en esta? ¿Y si lo intentamos de esta otra manera? Cuantas más hipótesis pongas a prueba más te irás acercando a la solución correcta. Tu objetivo: cometer errores lo más rápido y barato posible. Porque cada error cometido es un obstáculo menos para llegar a la meta. Esta perspectiva es tan transformadora para tu negocio como para tu bienestar. Porque enamorarnos de nuestra primera idea y aferrarnos a ella aunque al mercado no le haya encajado nos arrastra al desgaste y a la desmotivación. Poner el foco en el problema te permite, además, salir más rápido. Solo las personas y las organizaciones que necesitan la solución saben cómo tiene que ser para ser perfecta. Así que, qué sentido tiene esperar a poder materializar todos y cada uno de los detalles que tienes en la cabeza. Ponte la bata de laboratorio. Tienes muchos y muy apasionantes experimentos por delante. Acompáñame para descubrir cómo abordarlos.